*
Imagen tomada del artículo: Parecelso, padre de la medicina dice: “Todo lo que se lo he aprendido de las brujas” del blog: aromaesencia.blogspot.com
UNA EMPRESA SILENCIOSA
Hace un par de años decidí aventurarme en una suerte de “emprendimiento empresarial”, una empresa silenciosa, minúscula y a la vez portentosa, se trataba de abrir una puerta hacia una labor independiente, alejada de mi trabajo como directora, realizadora y presentadora de televisión, un hacer que integrara lo que he sido como Comunicadora Social al servicio de la salud y aquello que soy como mujer, como hija, amante, hermana, como buscadora de respuestas y hacedora de preguntas que integren las múltiples dimensiones físicas, psiquicas y espirituales de eso que significa SER HUMANOS.
Mi trasegar como paciente, como reikista y Maestra Reiki, a lo largo de 15 años de exploración con esta bella técnica, hilado a muchos otros sentires y saberes, me fue permitiendo entender un caracter terapéutico y vivo de la COMUNICACIÓN, desde el mismo contacto a través de las manos en una práctica de sanación, como desde el silencio, la escucha activa y la palabra.
Hoy quiero compartir esta entrevista a una Mujer que se llama a sí misma Mujer Medicina, la mexicana Beatriz Eugenia Andrade Uturribaría, que a mi modo de ver propone preguntas y respuestas claves frente a lo que significa una labor terapeútica, de acompañamiento a otros, y puntualmente de acompañamiento a las mujeres, pero yo diría que no sólo a ellas, yo diría de acompañamiento a LO FEMENINO en hombres y mujeres, es decir, de acompañamiento a los procesos del alma y del cuerpo, de la VIDA y de la MUERTE.
Particularmente los cursos de Reiki que he ofrecido a lo largo de los últimos 10 años y los que hoy ofrezco con la presencia y apoyo de mi compañero y esposo, suelen ser espacios especialmente concurridos por mujeres. De ahí mi interés en compartir esta entrevista a propósito del valor que ha tenido y sigue teniendo que lo femenino encuentre espacios de nutrición y exploración a través de distintas apuestas discursivas y prácticas y la través de la atención única (nunca estandarizada) que en el ámbito de la salud requerimos como seres humanos, y que en el caso de las mujeres, niñas y adolescentes, sobresale por sus vacíos y distorsiones, en el ámbito médico, ginecológico, psicológico y terapéutico, en el ámbito de la CULTURA que nos habita, aun nos moldea y nos rebasa.
No he hecho nunca parte de un Círculo de Mujeres nombrado como tal, pero sí que los he vivido, bordeado, habitado, en la plenitud de su circularidad y en las vertiginosas sombras conscientes e inconscientes que en esos encuentros llamados femeninos, las mujeres proyectamos. Hoy creo más que nunca, en la profundidad y el valor de los procesos individuales pero también reconozco que miro con atenta suspicacia cuando entre mujeres no podemos acercarnos aún en plena autenticidad y solidaria horizontalidad en nuestros encuentros y esto me deja con un sentimiento de vacío, inquieta, en pregunta.
Creo que los llamados Círculos de Mujeres han sido una oportunidad terapéutica y sanadora desde tiempos inmemoriales, pero considero que hoy más que nunca deben tener una membrana semipermeable como la de la célula, que facilite conscientemente la homeostasis, el equilibrio en el flujo y salida de cualquier tóxico cultural, consciente o inconsciente que de nuestras historias personales se pusiera ahí, que de lo colectivo se filtrara allí, en esa inocente y receptiva circularidad de lo terapéutico. Esa membrana tendría que permitirse también la entrada, sutil y profunda de un ENCUENTRO con lo masculino, evitando el enquistamiento de patrones de miedo, rabia y dolor que ponen a los hombres sólo como contendores y victimarios. Así, esa célula, ese círculo sagrado, sería en esencia semilla de vida, para esas mujeres y sus relaciones y por lo tanto en algún nivel para toda una biología relacional.
En consonancia con esto creo que la labor de la Ginecología, podría transitar a esa Gin-Ecología que menciona Beatriz, sin que la labor estuviera esclusivamente en manos de las mujeres como en la entrevista esta Mujer Medicina plantea, pues como bien lo advierte ella misma, tanto hombres como mujeres estamos atravesados por los relatos fragmentadores, disociadores y polarizantes, de eso que llamamos patriarcado.
Sé, porque que lo he visto, que existen hombres en profunda conexión con su labor como obstetras y parteros, pocos, sí, poquisimos quizá (pero no son muchas más las mujeres) hombres que conectados con la naturaleza orgánica e indómita de la vida, liberados del anhelo de controlar, acompañan con humildad a las mujeres en el proceso de afianzar su salud sexual-mental-reproductiva. Sin embargo, en consonancia con esta mujer, creo que el día en que la Ginecología cuente con más mujeres, conscientes del valor de los ciclos femeninos expresados a través del cuerpo, algo único e irremplazable empezaría a suceder con la SALUD pública y con la íntima, algo profundamente liberador estaría tocando esa esfera de lo científico y lo humano, en donde hoy muchas mujeres (ginecólogas, obstetras, médicas, doulas, parteras, pediatras, enfermeras) se pierden así mismas y “facilitan” la desorientación en otras.
Agradezco a esas mujeres que yo llamo las mujeres de mi vida, a mi madre y mis aliadas amigas, una de ellas en particular que con su Ser y su hacer señala y sigue señalando rutas de iniciación permanente en los misterios del corazón, a mis terapeutas, y de manera especial, a las mujeres que vienen a mi consulta o se aproximan al Reiki para tender un puente con ellas mismas de las que aprendo infinitamente cada día.
También agradezco a esos hombres de mi vida, a mi pareja, a mi padre, a mi hermano, a los antiguos amores, a los amigos, a mis consultantes, a ellos y a ellas, a ellas y a ellos, que desde la senda espiritual, académica, laboral, familiar, del corazón y del cuerpo, me han invitado directa o indirectamente a cruzar las brumas en el sendero de retorno a mi misma, a mi propio ritmo, a una ruta inacabada y fecunda, a un camino sin meta predeterminada, desde el cual hoy puedo y me permito acompañar a otros y a otras.
Descreo de los estereotipos que ciertos modelos de feminidad proponen, incluso en algunos “bondadosamente feministas” , pues creo que hoy siguen nublando la expresión única y auténtica de cada mujer. Creo en el valor único y disímil de la palabra, el movimiento, la expresión de cada ser humano, hombre o mujer, niño o niña. PERO a la vez, reconozco lo esencial y único, lo vital y necesario de recorrer la senda que propicia un acercamiento a lo femenino y a las MUJERES, especialmente a su SALUD desde una visión INTEGRADORA Y LIBRE.
Gracias a Ada Galán y a su portal http://www.saviaspro.com por compartir esta entrevista, gracias a mi amiga del corazón Maryluz por recomendarmela, gracias a Beatriz Eugenia Andrade Uturribaría por permitirse la poesía y la heterodoxia, así como la disciplina y la intuición en ese caracter único de su exploración y su labor como terapeuta, acompañante de mujeres, como Mujer Medicina.
Para leer la entrevista haz click aquí:
Gracias! Ana Lucia Acosta Bedoya.
Comments